AGLIFAS: Estas formas no poseen la capacidad de liberar veneno o saliva de propiedades tóxicas. Tienen cuatro hileras de dientes en la parte superior: dos corresponden a los maxilares y dos a los huesos palatinos, además tienen las mandíbulas provistas de sus dientes normales, lo que hace un total de seis hileras de dientes agudos y ligeramente curvados hacia atrás. Ejemplos son: Drymobius margaritiferus, Senticolis triaspis, Boa constrictor y Leptophis mexicanus La primera modificación en el arreglo y características de los dientes hacia el desarrollo de un aparato inyector de veneno es el alargamiento y formación de un conducto o canal en dos o más de los dientes posteriores en las dos líneas más externas de los dientes de la mandíbula superior.
OPISTOGLIFAS: Su aparato venenoso consta de dos o tres dientes ligeramente acanalados y agrandados, insertados en la parte posterior del maxilar a cada lado; cerca de estos dientes desembocan los conductillos que transportan el veneno secretado por dos glándulas, llamadas glándulas de Duvernoy, situadas en la región temporal y el veneno escurre dentro de la herida por capilaridad, facilitada por una ranura que se halla a lo largo de los dientes o por la sola curvatura de estos.
En general, el veneno de las opistoglifas está poco estudiado, debido principalmente a su poca importancia, desde el punto de vista de su toxicidad, aunque se tienen reportes de colúbridos que han llegado a ocasionar accidentes, que si bien no es nada comparado con la mordedura de una cascabel o nauyaca sí causan algún tipo de parálisis o molestias en el hombre. Ejemplos son: la falsa nauyaca, Trimorphodon biscutatus, las bejuquillas, Oxybelis fulgidus, O. aeneus; y otras especies como Conophis vittatus.
PROTEROGLIFAS: Su aparato venenoso consta de undiente acanalado a cada lado de la parte anterior de la maxila y dos glándulas productoras de veneno. Dichos dientes son profundamente acanalados y por medio de un conducto se comunican con las glándulas, que son grandes y están colocadas en la región temporal, una a cada lado de la cabeza. Los dientes inyectores de las serpientes proteroglifas son fijos y relativamente cortos, pero esto se encuentra compensado por un activo veneno neurotóxico.
Por otra parte, el veneno es característico por los dolores intensos que produce, con muy pocos o nulos efectos locales. Los dientes de estas serpientes son poco visibles y en ocasiones se requiere el uso de una lente de aumento para observarlos con claridad.
Como los dientes de los elápidos son relativamente cortos, los reportes de accidentes asociados a su mordedura son poco frecuentes, aunque definitivamente los hay. En México las especies proteroglifas están representadas principalmente por las serpiente de coral, como Micrurus diastema, Micrurus elegans, etc.
SOLENOGLIFA: Se trata del más avanzado de los sistemas de inoculación. Los colmillos son huecos, muy largos (el record de longitud lo posee la víbora de Gabón Bitis rhinoceros con 5,5 cm de longitud) y gozan de movilidad ya que los huesos maxilares donde están fijados basculan hacia delante levantando los colmillos, los cuales permanecen en posición de reposo plegados contra el paladar cuando no son usados. Las mordeduras son muy rápidas y el veneno es inoculado profundamente en los tejidos de manera similar a una inyección intramuscular profunda. La capacidad de elevar los colmillos en su boca junto con la amplitud con la que la abren, hasta unos 170 grados o más, capacita a estos animales para poder morder superficies verticales.